Hepatitis C y transplante: A pasos de la cura definitiva
Pacientes y especialistas aguardan con ansias publicación de decreto que les dará acceso a antivirales de acción directa que erradican al virus en un 95%.
Se estima que en Chile hay 50 mil personas infectadas con el virus de la hepatitis C y solo el 10% conoce su diagnóstico. Es una “enfermedad silenciosa” que demora hasta 20 años en manifestar síntomas, cuando eso sucede uno de cada cinco ha desarrollado cáncer o cirrosis y requerirá un trasplante de hígado. “Por las complicaciones el paciente se da cuenta de que está enfermo o cuando tiene la fortuna de que en un examen de sangre le detectan una elevación de las pruebas hepáticas. Entonces, se investiga y pesquisa, son las dos formas de diagnóstico más habituales”, señala el Dr. Fernando Gómez, hepatólogo del Hospital del Salvador y presidente de la Asociación Chilena de Hepatología.
De acuerdo con la última guía de tratamiento y diagnóstico se sugiere que “todas las personas mayores de 25 años en algún momento se puedan hacer el examen de hepatitis C como un tema de prevención”, informa el hepatólogo. Sin embargo, “aunque el examen es de bajo costo no siempre está disponible en el sistema público, en los consultorios, entonces hay que derivar al paciente al hospital y ahí se complica la cosa. Es un déficit que tenemos para pesquisar la enfermedad”, advierte el Dr. Gómez.
TAMISAJE
La cirrosis por Hepatitis C es la segunda causa de trasplante de hígado en Chile, luego de la esteatohepatitis no alcohólica, asegura el especialista. Y si bien es cierto la cirrosis por alcohol es la más frecuente, por lo general la adición se convierte en una contraindicación en algunos pacientes, aunque en otros sí se puede trasplantar.
La Universidad Católica realizó un análisis para determinar cuántos trasplantes de hígado se pueden evitar con una terapia adecuada de hepatitis C. Sobre una muestra de 959 personas de la comuna de La Florida, representativa de la población nacional, se estimó una prevalencia global de este virus de 0,83%, que representa a 140.000 personas. Si bien esto no significa que todas estas personas enfermarán por hepatitis C, se determinó que el 62,5% tiene el virus en la sangre y son potenciales candidatos a recibir el tratamiento.
Si estas personas no son tratadas, el 30% enfermará y al menos la mitad requerirá un trasplante de hígado en un periodo de 25 a 30 años. Sin embargo, si reciben terapia, el 60% de los infectados se curará, evitando con ello una cirrosis y posterior trasplante.
La hepatitis C está contemplada en el AUGE, debido a lo cual tiene una guía clínica que indica los protocolos de diagnóstico y tratamiento a seguir, hecho que funciona tanto en sistema público como privado de manera similar. “Esperamos que las nuevas terapias sean la solución para evitar que los pacientes lleguen al trasplante. Todavía obviamente no ha habido una aplicación masiva de los tratamientos. Recién esperamos que el próximo año se empiecen a tratar nuestros pacientes cirróticos y en la medida que logremos erradicar el virus de estos pacientes vamos a prevenir probablemente el trasplante en muchos de ellos”, cuenta el gastroenterólogo de Clínica Indisa.
Otros pacientes con “una cirrosis inicial, que nosotros llamamos A, si se erradican del virus van a poder salir de la lista de espera y no tener que trasplantarse. Sin duda en la medida en que tratemos a los cirróticos por hepatitis C y vayamos erradicando el virus el trasplante va a ir disminuyendo en forma drástica”, asegura.
TERAPIAS
El virus de la hepatitis C recién fue descubierto en 1989 y existen exámenes para su detección desde 1990. Desde entonces ha habido crecientes avances. En los 90 apareció el interferón y el 98 se agregó la ribavirina de mejor respuesta. El 2000 se modifica el interferón por el peginterferón, que había que inyectar una vez por semana y tomar seis pastillas de ribavirina durante un año. Tenía efectos adversos importantes, por lo que muchos pacientes abandonaban el tratamiento que solo curaba al 30% de los sometidos.
Luego se incorporan nuevas terapias, que se agregan al interferón y la ribavirina, que mejoraban la respuesta y porcentajes de curación, pero con más efectos adversos.
Hasta que en 2014 llegan nuevas terapias, denominadas antivirales de acción directa, que son moléculas pequeñas, que se pueden tomar en pastillas y bloquean directamente algunas enzimas del virus. Hay varias opciones tratamientos y medicamentos, entre ellos sofosbuvir, daclatasvir, ombitasdir, dasabuvir, asunaprevir. Se usan combinados de distintas formas, no tienen efectos adversos, la mayoría de estos tratamientos solo dura tres meses y la curación alcanza al 95%.
DECRETO
Hoy día la hepatitis C dejó de ser un desafío médico y se convirtió en un desafío de acceso a la terapia. “Esperamos que este año los antivirales entren a la canasta AUGE y la información que tenemos es que eso está bastante avanzado. Hemos pasado todas las etapas técnicas y administrativas y ya estamos esperando la publicación del decreto de modificación de la canasta que incluye a todos los antivirales nuevos que están registrados en el ISP”, asegura el presidente de los hepatólogos.
Esta es una gran noticia para los pacientes y especialistas, “se espera que el 2017 podamos tratar al menos a unos 300 pacientes, en particular los afectados con cirrosis, los que están trasplantados y aquellos que requieren del tratamiento con urgencia. Y así, año a año, podremos tratar a otros pacientes que están menos críticos y con menos urgencia. Ahora solo cabe esperar la publicación del decreto”, explica.
El Dr. Gómez reconoce que esto ha sido producto del esfuerzo no solo de la Asociación Chilena de Hepatología con sus presidentes anteriores, sino que también de los pacientes organizados en la FUPAHEP, la fundación de pacientes con hepatitis. “Ha habido una presión constante al Ministerio, que ha entendido que estos tratamientos tienen un alto costo/efectividad, porque si bien son tratamientos caros también curan la enfermedad y, por lo tanto, van a evitar numerosos gastos de salud referidas a cirrosis, hepatocarcinomas y trasplantes. Las autoridades finalmente lo han entendido y vamos a contar aparentemente em 2017 con estas terapias”, agrega.
En términos de costo, las nuevas terapias representan un ahorro significativo, puesto que cada trasplante hepático cuesta al sistema público treinta millones de pesos, sin contar el costo de la inmunosupresión y posibles complicaciones, en tanto el tratamiento con antivirales cuesta unos seis millones de pesos por paciente.
Además que “los pacientes que se trasplantan con hepatitis C, si no se tratan se reinfectan después del trasplante. El virus es más agresivo en los trasplantados, porque sin inmunosupresores se desarrolla mucho más rápido, tanto que los pacientes trasplantados pueden desarrollar una cirrosis progresiva en 2, 3 o 5 años. Entonces, también va a ser una solución para los pacientes que ya están trasplantados y que ven que su hígado se va deteriorando y se angustian frente a la posibilidad de llegar a un segundo trasplante. Estos van a ser pacientes de urgencia, de tratar lo antes posible”, advierte el hepatólogo.