Corporación del Trasplante: “Queremos una institucionalidad fuerte e independiente”

Corporación del Trasplante: “Queremos una institucionalidad fuerte e independiente”

A Chile le falta fortalecer lo estructural, la salud pública, los hospitales y trabajar mucho el aspecto cultural para aumentar su tasa de donantes.

Donar es dar vida, una frase que para muchos es algo natural y sublime, sin embargo para otros implica un dilema médico y moral que no están dispuestos a asumir. Mientras esto ocurre, hay más de 1.900 chilenos esperando por un órgano que mejore su calidad de vida y en algunos casos es la única posibilidad de seguir viviendo. La espera muchas veces se prolonga demasiado, ello depende del número de personas que esperan un órgano y la cantidad de donantes. Según el ISP, el tiempo de espera promedio por un trasplante combinado de riñón y páncreas es de un año y diez meses, para los que aguardan un hígado la espera es de un año, para un pulmón cinco meses y un poco más de tres meses para un corazón.

Si bien en Chile la técnica del trasplante está a nivel de país desarrollado y sus especialistas se han capacitado en los centros más importantes del mundo, no es ese el problema a la hora de analizar el tema. A la dificultad de conseguir donantes, cuando las cifras de donación no han mejorado pese a los cambios de la ley, se suma la falta de “una institucionalidad sanitaria fuerte que se haga cargo del tema y nos permita dar el salto que necesitamos”, señala la Dra. Ana María Arriagada, presidenta de la Corporación del Trasplante, profesora de la cátedra de Bioética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y coordinadora de trasplante del Hospital Salvador.

A juicio de la Dra. Arriagada, Chile “no tiene por qué inventar un modelo, solo lo debe adecuar a su cultura. Significaría montar un sistema con una organización como el ISP, que es independiente, que maneja entre otras cosas la compatibilidad, las listas de espera y está dotado de una institucionalidad fuerte”. A cambio solo hay “una oficina a la que se le ha restado poder, que no tiene independencia institucional ni real poder de gestión. Hoy día un director de hospital no tiene ningún compromiso con el Ministerio de Salud de generar donantes en su hospital. Yo sé que ahora se va a hacer algún tipo de compromiso en ese sentido y espero que sea exitoso, pero lo cierto es que no estamos a la altura del mundo en la institucionalidad y ahí hay un trabajo político y un tema país”, asegura.

 

Procuramiento

Como coordinadora de trasplante el trabajo de la Dra. Arriagada tiene que ver con los programas de órganos sólidos y tejidos, corneas, riñón y fundamentalmente con volver a levantar el trasplante hepático en el Hospital del Salvador. “Llevamos más de dos años con el programa cerrado, pero estamos intentando abrirlo nuevamente para que vuelva a ser el hospital público que trasplantaba hígados y que es un poco lo que ha mantenido el Hospital Calvo Mackenna, nuestro vecino. Queremos de nuevo ser el hospital público que trasplanta hígados de pacientes Fonasa”, explica.

Los pacientes trasplantados han sido para la Dra. Arriagada, “una experiencia espectacular, soy una testigo privilegiada de lo que es una nueva oportunidad de estar vivo, de lo que ellos tienen para aportar, de la tremenda entrega que pueden hacer, no solo de su testimonio, de su camino, de su aprendizaje, de su experiencia”. Como internista y especialista en bioética tiene un acercamiento mayor con el tema del final de la vida. Así es como llega al trasplante y obviamente, como decía el Dr. Kaplan, “no hay trasplantes sin donantes, por lo tanto, si no resolvemos el tema del procuramiento en Chile, no vamos a ser capaces de ofrecer los trasplantes a la gente que lo necesita”, puntualiza.

 

Donantes

La cifra de donantes en Chile es de 7 por millón de habitantes, mientras que en España es de más de 30. Se cambió la ley, luego se le hicieron algunas modificaciones, sin embargo, aún los chilenos son reticentes a la hora de donar. A juicio de la Dra. Arriagada, el tema de la donación pasa principalmente por algo cultural, “entendido como valores hecho carne, aquí es donde nos jugamos en realidad el tipo de sociedad que somos, si somos empáticos o no, si creemos en la palabra honrada, hablo de las voluntades que se expresan respecto de hacer con mi cuerpo cuando fallezco, que no siempre se respetan”.

Como especialista piensa que “nos falta mucho y los países que han dado el salto lo han hecho porque fortalecen lo estructural, la salud pública, los hospitales y porque han trabajado fuertemente el aspecto cultural, el que pasa por educar a los profesionales de la salud, universidades, colegios, desde los más chicos. Lo que ocurre hoy cuando prendo un cigarro, boto la basura, maltrato a un niño, la violencia contra la mujer, la inclusión de los inmigrantes, esto no se trata de leyes, es una cultura”.

Al buscar explicaciones de por qué las personas se niegan a ser donantes, la Dra. Arriagada reconoce varias razones como “el culto al cuerpo, piensan que el cuerpo va a ser desmembrado, desconfían o creen en mitos sobre que en esto hay arreglos en la lista de espera, que la distribución de órganos no es justa, que son negocios para los doctores, que no se hace lo suficiente para salvar al posible donante. Todos estos mitos nos obligan a trabajar en tratar de revertirlos, para que cuando las personas se vean sometidas a una decisión así al menos den razones más fundadas, como un acto de respeto hacia la lista de espera”.

Entre los motivos más aludidos para no donar está el temor a que no se hace lo suficiente para salvar al posible donante, una idea que no tiene asidero desde el punto de vista médico y que solo nace de la imaginación de las personas. Porque “la donación no se plantea cuando uno va llegando en una camilla de Urgencia. Se plantea cuando es un paciente neurocrítico y el primer paso para diagnosticar una muerte cerebral es que un neurólogo o neurocirujano lo diga, porque sabe la causa de lo que pasó y ya no hay nada más que hacer. Y solo cuando el doctor determina que hay un coma de causa establecido se hace un protocolo de muerte cerebral”, asevera la coordinadora de trasplante.

La ley es especialmente explícita en este tema. “Se realiza un examen de arriba hacia abajo para buscar los reflejos y finalmente el de la respiración. Ya cuando no hay reflejo superior ni de respiración a través del test de apnea se diagnostica la muerte cerebral, a veces es necesario, según la causa, hacer el electroencefalograma y repetirlo si es necesario, todo está en la ley. También es factible hacer exámenes complementarios como una angiografía, un eco Doppler. El diagnóstico de muerte cerebral lo debe firmar el director del Hospital y cada equipo que viene a extraer los órganos. Todo está súper reglamentado y en eso la ley ha hecho su pega”, asevera la Dra. Arriagada.

 

Críticas

Entre las críticas que se hacen a la donación de órganos hay una que apunta a un exceso de publicidad y a casos emblemáticos que involucran a clínicas y familias de alto poder adquisitivo, una sensación que no corresponde a la realidad porque “es fundamental saber que el 75% de nuestros trasplantados son pacientes Fonasa”

“La actividad trasplante es la más compleja de un hospital, los hospitales públicos no siempre tienen la posibilidad de trasplantar lo que sería sumamente injusto con los pacientes que son Fonasa. Si bien este es un país que ha ido mejorando en justicia y equidad en términos de salud, aún no lo tenemos resuelto. Al paciente en espera se lo enlista en una clínica para que pueda ser trasplantado, pero quien paga el trasplante es Fonasa. Lo que usted dice es un efecto muy perverso que hacen las clínicas, ellas trasplantan y me parece fantástico, trasplantan muchos pacientes Fonasa, pero a la hora de mostrar sus resultados hacen un marketing que no sirve a nadie. El marketing en salud es un poco perverso, lo que hace la clínica es tratar de competir con otra. Distinto es cuando publica sus casos o su casuística en un congreso científico”, comenta la presidenta de la Corporación del Trasplante.

La Dra. Arriagada advierte que con tanta publicidad “se viola la confidencialidad del proceso, al juntar al trasplantado con su donante, esta ley debiera asegurar que esos dos extremos no se conozcan. Cuando este país tenga una tasa buena y digna podremos regular de una manera mucho más intensa que en Chile no se hagan campañas, que no necesariamente traen un órgano para la persona. Me encantaría que en Chile haya una tasa de donante tres veces mayor para que las familias pudieran estar, cuando tienen un paciente grave especialmente un niño, abocados a cuidar a su niño y no preocupados de la tele, del rating, del cuento”.

En el ámbito de las listas de espera, la Dra. Arriagada advierte que hoy “el gran problema es que de pronto la lista de espera no tiene todos los pacientes que uno cree debieran estar. Todavía no hemos empoderado a los pacientes en la necesidad de monitorizar la presencia activa de esa lista de espera si son candidatos a trasplante, lo que debiera hacer el Centro de Diálisis al menos una vez al mes”.

La Corporación del Trasplante funciona bajo tres ejes básicos que lo que buscan es aumentar las tasas de donación y de trasplantados en Chile, y mejorar la integración de ellos a la sociedad. “Nosotros apoyamos a los familiares de donantes, a las agrupaciones de trasplantados y tenemos un rol comunitario que tiene que ver con todo lo que sea promover, educar, capacitar en estos temas a la sociedad. Es el rol de corporación hoy en día”, concluye su presidenta. n

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