COVID-19: una pandemia que pone a prueba al mundo entero
Si bien surgió en China, país donde las medidas de control han permitido bajar a solo algunos nuevos diagnósticos diarios; los países de los continentes restantes han mostrado tasas de contagio 20 veces superiores a las de China, proyectándose una pronta presencia en todo el mundo.
Por Andrea Riquelme, periodista Revista In Vitro
Por más de 50 días la provincia de Hubei en Wuhan, ubicada en el río Yangtze a unos 800 kilómetros al oeste de Shanghai, hasta ahora conocida como la “capital del transporte” gracias a sus paradas ferroviarias de máxima velocidad, cambió tristemente su fama para posicionarse como la cuna del brote epidémico del coronavirus, COVID-19, comenzando desde el 23 de enero una pesadilla para sus más de 60 millones de habitantes que intentan superar los trastornos asociados a vivir en cuarentena. Hoy al parecer ya controlado este epicentro de la enfermedad, el foco de atención está en la propagación a un acelerado ritmo, con cientos de casos distribuidos en Asia, Europa, Oceanía y América.
A partir de este enfoque con altas posibilidades de migrar desde una epidemia hacia una pandemia, las autoridades sanitarias de los países han fortalecido las medidas de aislamientos de aquellos casos identificados y la prevención de contagio en la población residente, así como de turistas en trayecto. Medidas como la cuarentena domiciliaria, el teletrabajo y los filtros en policía internacional, han permitido supervisar la conducta de este devorador virus. Al cierre de este artículo, en Chile se registraban 13 casos diagnosticados, sin resultados de muerte; científicos –incluso chilenos- ya trabajan en el desarrollo de una vacuna, mientras que la OMS implementa estrategias y medidas de control en sistemas de salud más vulnerables en distintos países. Existen 105.823 casos diagnosticados en el mundo por COVID-19 y 3.558 muertes.
Para el Dr. Enrique Paris, Decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad Mayor y Past Presidente Nacional del Colegio Médico de Chile A.G., activo vocero en este nuevo escenario que hoy afecta a Chile; el mayor riesgo es la alta capacidad de contagio del virus. “Esto se debe a que el coronavirus al mutar hacia COVID-19 sufrió una transformación en su composición genética lo que le confirió una alta capacidad de contagio. Los estudios iniciados en China han demostrado que una persona enferma puede contagiar a 2,8 personas y así sucesivamente”.
Y en este mismo sentido, el Dr. Sebastián Ugarte, miembro del Comité de Epidemias de la Sociedad Chilena de Medicina Crítica y Urgencias, Jefe del Centro de Pacientes Críticos de Clínica Indisa, Past Presidente de la Federación Panamericana e Ibérica de Medicina Crítica y Terapia Intensiva (FEPIMCTI) y Director del Programa de Postgrado de Medicina Intensiva de la Universidad Andrés Bello, comenta que el COVID-19 posee más del 70% de similitud en su secuencia genética con el virus del SARS, lo que ha permitido compararlo con este virus y buscar similitudes y diferencias clínicas. En Italia por ejemplo, hoy se estima que un 20 a 50% de los pacientes infectados requerirán hospitalización y un 10 a 15% necesitarán asistencia respiratoria en cuidados intensivos, mientras que su letalidad alcanza un 4%. Y agrega: “Este virus se une al receptor de la enzima convertidora de la angiotensina 2 que se encuentra presente en la boca, garganta y tubo digestivo, así como en el sistema respiratorio de las personas, lo que hace que invada fácilmente a las personas, en especial hipertensos o fumadores, personas inmunodeprimidas, adultos mayores y niños”.
Hoy en día sabemos que el virus que produce la enfermedad COVID-19 es algo más contagioso, o produce una mayor proporción de casos graves, que las enfermedades respiratorias masivas que ya conviven con la humanidad, entonces pondrá seriamente a prueba los sistemas sanitarios de Latinoamérica y de todo el mundo. Según Ugarte, “Aquellos sistemas de salud en los que prevalecen las brechas y diferencias en el grado de protección de las personas y de acceso a los recursos sanitarios y a las camas hospitalarias; si finalmente ocurre una epidemia de magnitudes y severidad considerable, tales debilidades se sentirían con toda intensidad”.
Precisamente este comportamiento prevé un avance muy rápido de la epidemia, por lo tanto, esperamos que brevemente se transforme en pandemia. El Dr. Enrique Paris señala que pese a que en China la confirmación de nuevos casos ha disminuido en contraposición con el resto del mundo en que los nuevos casos han aumentado persistentemente a tasas 20 veces superiores a las de China, se proyecta una pronta presencia en todos los continentes. “La estrategia del monitoreo de prevención a nivel nacional se basa en los criterios de la OMS y estimo que las medidas adoptadas por el Ministerio de Salud de Chile son las adecuadas hasta el momento”, puntualiza.
En Chile en una primera etapa el énfasis estuvo en evitar los viajes no indispensables a China. Luego se priorizaron los controles fronterizos. Y ahora el énfasis está puesto en la identificación y “contención” de los casos de COVID-19 y evitar su propagación local. Ahora, hay que seguir de cerca la evolución de los acontecimientos para ver si esta estrategia debe adaptarse a un escenario rápidamente cambiante. Asimismo, hay que acelerar la habilitación de camas críticas y camas hospitalarias para hacer frente a un eventual brote, procedimiento que no se puede improvisar sin los debidos plazos. En el mundo la disponibilidad de camas hospitalarias varía ampliamente, Chile dispone de 2,2 camas por 1000 habitantes, mientras Corea dispone de 11,5 camas, y nuestra vecina Argentina de 5 camas. El Dr. Ugarte explica que China -por ejemplo- disponía al comienzo de la epidemia de solo 4,2 camas por 1000 habitantes y por eso rápidamente habilitó tres hospitales para mejorar la capacidad de respuesta ante esta emergencia. “Si vemos lo que ocurre con las camas críticas los déficits son aún más importantes. Chile cuenta solo con 0,027 camas por 1000 habitantes, lejos de las 3,1 de España, 4 de Bélgica o 6,6 de Alemania. Estas limitaciones inciden en la capacidad de respuesta frente a un desafío sanitario como es una epidemia”, asegura el especialista en medicina intensiva.
Para el facultativo Dr. Paris, la reacción de gran parte de la población ha sido un tanto alarmista, considerando que, a pesar de que el COVID-19 es altamente contagioso, su letalidad fuera de China ha sido menor al 1%. En coincidencia, el Dr. Ugarte afirma que hubo una reacción alarmista, pero también hubo sectores que intentaron bajarle el perfil de gravedad.
El coronavirus tiene una mayor propagación. El médico intensivista asegura que la gripe común tiene un 1,3 de número reproductivo, respecto de un 2,6 para el coronavirus. Ese número es el que se usa para medir el potencial de la epidemia. De no tomarse medidas especiales, COVID-19 infectaría a más gente que la gripe, teniendo un “efecto en cadena exponencial”. Por otra parte, también parece ser más letal que la gripe. Han fallecido el 3,44% de los enfermos detectados. Son tasas mucho más altas que las de la gripe de este año (0,05%) e incluso que de la gripe H1N1 (0,2%). Finalmente, el Dr. Ugarte sostiene que la población no tiene inmunidad para este virus por lo que es más peligroso, pues no existía antes, y lo que es peor es capaz de producir una disminución de la inmunidad en los infectados.
Si bien el mensaje es a no exagerar, pero sí a tomar consciencia de la situación, en los niños menores a 10 años no hay ningún caso de mortalidad y sobre esa edad la letalidad es 0,2% (como la influenza H1N1 del año 2009), recién aumenta a 0,4% en los mayores de 40 años y el riesgo crece exponencialmente en los mayores de 50 años. Tampoco se contagia por vía respiratoria sino solo por contacto o por gotitas, es decir se requiere estar cerca – no más de 1,5 metros- para poder “respirar” las gotitas infectantes.
APRENDIENDO DE LA EXPERIENCIA
El Dr. Enrique Paris postula que la aparición de COVID-19 nos ha permitido aprender una serie de elementos relacionado con el manejo adecuado de una epidemia, y este punto está relacionado fundamentalmente con la estrategia aplicada por el Gobierno Chino, que ha logrado disminuir francamente la cantidad de contagiados. Por el contrario, la estrategia implementada en algunos cruceros de turismo ha sido altamente cuestionada.
En opinión del Dr. Ugarte, esta epidemia encuentra al mundo más preparado. La velocidad de la respuesta de China ha cambiado dramáticamente desde el año 2002, en que ese país se vio afectado por la epidemia de SARS al presente. En 7 días tenían ya identificado el genoma del virus, lo que permitió disponer de una prueba de diagnóstico en forma muy rápida. Por otra parte, es la primera vez en la historia de la humanidad en que se logra contener una epidemia por un virus respiratorio en forma efectiva como se ha logrado en Wuhan, sin disponer aún de ninguna vacuna. “Lo que hicieron en China nos permitió un tiempo muy valioso al resto del mundo para prepararnos. Me da la impresión de que las naciones europeas y Estados Unidos, que subestimaron la gravedad de la situación y cuestionaron el trabajo de los médicos chinos, están cambiando rápidamente de opinión en la medida que empiezan a lidiar ellos mismos con la enfermedad. La gran ventaja que ellos tienen es que se aproxima el final del invierno en el hemisferio norte. Chile en cambio, tiene un largo invierno por delante que va a poner a prueba la preparación de nuestro sistema sanitario y ojalá no hayamos subestimado la magnitud del problema”, expone el especialista en medicina intensiva.
CÓMO ENFRENTAR UN NUEVO ESCENARIO
Enrique Paris asegura que la llegada de esta epidemia a Chile es hoy una promesa cumplida y cada día se reportan nuevos casos en nuestro país. “La primera fase de educación y prevención creo que se ha realizado con satisfacción y deberíamos reforzarla con la colaboración de los medios de prensa. Las fases que vienen a continuación están relacionadas con el manejo de los pacientes, el control epidemiológico dirigido a la detección de los contactos y al diagnóstico precoz de aquellos que se infecten. En aquellos pacientes que se encuentren clínicamente sanos, aunque tengan un examen positivo, comparto la decisión del Ministerio de Salud de aislarlos en su domicilio”, puntualiza.
Por su parte, Sebastián Ugarte señala que debemos estar preparados para adoptar medidas de contención, como la vigilancia activa, la detección temprana, el aislamiento y el manejo de los casos, el seguimiento de contactos y la prevención de la propagación del COVID-19 y para proporcionar a las autoridades sanitarias todos los datos pertinentes. “Chile debe procurar, principalmente, reducir la infección en las personas, evitar la transmisión secundaria y la propagación internacional, y colaborar con la respuesta internacional mediante la comunicación y la colaboración multisectoriales y la participación para incrementar nuestros conocimientos sobre el virus y sobre la enfermedad, y para impulsar las investigaciones”, complementó.
Con respecto a la prevención, Paris señala que lo más importante es el lavado de manos y en segundo lugar toser o estornudar en la manga o en un pañuelo de papel desechado de forma inmediata, y a continuación volver a lavarse las manos o usar alcohol gel. Asimismo, la mascarilla no debe ser utilizada por la población en general en las calles o en el transporte público o en lugares de trabajo. Esto puede otorgar una falsa sensación de protección, ya que el virus se transmite también por la mucosa ocular, además una vez que la mascarilla está húmeda, también se transforma en una fuente de contagio. Por lo tanto, solo si el individuo está cursando un cuadro respiratorio sospechoso y en espera del diagnóstico, debería utilizar una mascarilla. Este recurso debe ser empleado en los centros de salud para proteger al personal sanitario y a los pacientes que puedan estar hospitalizados por otros motivos.
En la misma línea, Ugarte insiste en seguir los protocolos de Estados Unidos, aplicando las 3 acciones sugeridas: evitar el contacto con personas enfermas, evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca, lavarse las manos con frecuencia con agua y jabón por al menos 20 segundos. Respecto del uso de las mascarillas o respiradores faciales, señala que su uso es más bien es para evitar que una persona con síntomas respiratorios propague virus a los demás o para el personal sanitario que atiende de cerca a estos pacientes, especificando el uso de mascarillas N95 o las de mayor nivel de protección.
El intensivista añade que a quienes les preocupa el coronavirus, la recomendación es a vacunarse contra la gripe. Reducir la circulación del virus de la gripe estacional puede tener un efecto beneficioso múltiple. Por una parte, la reducción de su incidencia puede liberar recursos sanitarios para combatir la epidemia de COVID-19. También puede reducir la mortalidad al disminuir la probabilidad de coinfección de ambos virus respiratorios.
En su opinión, el Comité de COVID-19 deberá reunirse dos a tres veces por semana incorporando a diferentes miembros de la comunidad científica y tener una vocería única que transmita las medidas acordadas y los protocolos a seguir y que se monitoree un seguimiento de estos protocolos con amplía información a la opinión pública.
El personal asistencial es vital para poder contener esta epidemia, atender a los enfermos, y educar a la población. Sin embargo, están más expuestos que la población general. Más de 1700 funcionarios médicos se contagiaron en la región de Wuhan y 18 médicos y enfermeras murieron, y en Francia debieron poner en cuarentena a 200 funcionarios de los hospitales de Creil y de Compiegne, por lo que se deben tomar las precauciones necesarias para que esto no ocurra en Chile.
“En estas circunstancias es cuando el país debe actuar unido y recordar que la salud de los chilenos debe ser un derecho y una responsabilidad del Estado de Chile y no solo del gobierno de turno. Llamo una vez más a un Gran Acuerdo Nacional por la salud”, finalizó el Dr. Enrique Paris.
De la redacción del equipo editorial de revistainvitro.cl