Trastorno por Acumulación: Cuando los objetos reemplazan la falta de afecto

Trastorno por Acumulación: Cuando los objetos reemplazan la falta de afecto

La Disposofobia o Trastorno por Acumulación se caracteriza por el deseo de acumular cosas compulsivamente y en cantidades exageradas. No hay que confundirlo con el Síndrome de Diógenes aunque están relacionados.

Coleccionar los más variados objetos constituye un pasatiempo social para quienes cultivan este hobby y -desde el punto de vista psicológico- es una actividad placentera y beneficiosa: permite desarrollar habilidades y actitudes como la constancia, el orden, la paciencia o la memoria.

Sin embargo, cuando el coleccionismo se convierte en una afición exagerada, compulsiva y vinculante con los objetos, puede desembocar en un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o en Disposofobia, también conocido como Síndrome de Acaparador Compulsivo o Trastorno por Acumulación.

“En el trastorno por acumulación hay un problema muy serio que llamamos egosintónico, porque estas personas sienten que lo que poseen está bien y, por lo mismo, son difíciles de convencer para realizarse tratamiento ya que no tienen conciencia de la enfermedad”, comenta Giorgio Agostini, vicepresidente de la Sociedad de Psicólogos Clínicos y Doctor en Psicología Social. El profesional, quien además es Master en Sociología, comenta que este síndrome se produce por un vacío emocional gatillado por la imposibilidad de establecer lazos profundos con los seres humanos, en especial con sus familiares, carencia que reemplazan con la compra y acumulación de objetos.

“Se arraigan mucho a la casa y si los sacan de ahí, comienzan a angustiarse, porque sienten que pierden el control. Cuando están comprando se tranquilizan, luego experimentan cierta angustia y dolor, después remordimiento y vuelven a comprar, generando un círculo vicioso”.

De acuerdo a Freud, quienes sufren de Disposofobia, pasan por distintas fases de desarrollo. La primera, es la oral, donde la lactancia es esencial para la sobrevivencia del infante; la segunda se relaciona con control de esfínter y la tercera, es la fase genital donde comienzan a aparecer otras características del desarrollo.

“Desde el punto de vista psicoanalítico, se supone que las personas con trastorno de acumulación quedan pegadas, por así decirlo, en la segunda fase y no pasan a la etapa siguiente”.

Dr. Giorgio Agostini, vicepresidente de la Sociedad de Psicólogos Clínicos.

Dr. Giorgio Agostini, vicepresidente de la Sociedad de Psicólogos Clínicos.

Diferencias

Si bien no es hereditario, sí lo es la predisposición con cierto rasgo de carácter. Puede que la persona tenga rasgos obsesivos,  y no necesariamente es acumulador, pero si hay pérdida de seres queridos o situaciones que son muy dramáticas, ese estrés agudo puede dispararle esta predisposición y convertirse en acumuladores por falta de calor humano, soledad o por sentirse abandonados. Las cosas no abandonan, en cambio los seres humanos sí y esa es la tremenda diferencia para ellos”.

El trastorno por acumulación -incluido en la clasificación del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM5) no hay que confundirlo con el Síndrome de Diógenes, en razón que este filósofo griego adoptó y promulgó los ideales de privación e independencia de las necesidades materiales.

Existen dos elementos característicos de este trastorno: el miedo a perder los objetos y la inseguridad que conlleva vivir sin ellos. Afecta a personas jóvenes, sobre todo a mujeres, a diferencia del Síndrome de Diógenes que se da en personas de avanzada edad y que viven solas.

“Del punto de vista histórico se ha planteado que Diógenes de Sinope, filósofo griego, tenía una cosa acumulativa pero no generaba vínculos con los objetos sino que los disfrutaba, por lo tanto hay una diferencia importante”, explica Giorgio Agostini.

Tratamiento

El nivel de conciencia de la enfermedad varía de manera importante entre las personas con acumulación patológica. Algunos pacientes pueden reconocer y admitir que tienen un problema, mientras que otros no lo perciben, lo que complica las posibilidades de ayuda.

El tratamiento consta de tres fases, de acuerdo a lo que explica el vicepresidente de la Sociedad de Psicólogos Clínicos. La primera, al igual como se hace con un alcohólico, es convencer al paciente de que está enfermo; Segundo, hacer una selección de las cosas que tiene acumuladas para empezar a botarlas en forma paulatina y dejarle solo lo que le puede servir. “En esta fase es importante negociar con el paciente para evitar mayores angustias”. Y tercero, someterlo a una terapia cognitivo-conductual (TCC), apoyada con medicamentos (psicofármacos).

“Una vez que entiende y comprende el significado de su enfermedad y logra vincularse con otro ser humano, sale definitivamente del cuadro”, comenta el profesional, al precisar que una hipótesis sociológica que explicaría esta patología es el consumismo que caracteriza a la sociedad actual. “Como estos pacientes tienen un trastorno de tipo obsesivo-anancástico, no pueden deshacerse de lo que adquieren y empiezan a justificar su conducta en lo que se llama mecanismo de racionalización, vale decir, justifican que les puede servir y lo guardan pensando a futuro. Distinto, por ejemplo, es lo que sucede en una guerra cuando se guardan cosas útiles por una carencia.  En cambio, el acumulador junta cosas inútiles”.

Prevalencia

Si bien en Chile no hay cifras al respecto, a nivel mundial entre un 2% y un 5% de la población tiene disposofobia. En Estados Unidos, sobre todo entre las mujeres, una de cada cuatro tiene tendencia a la compra compulsiva aunque no necesariamente se convierte en acumuladora.

“Cuando atiendo mujeres con problemas de pareja o bien que desde la infancia han tenido carencias, sobre todo les ha faltado el apego seguro, al sentirse angustiadas optan por comprarse algo, pero la tranquilidad les dura lo que les dura la compra, pero no alcanza a convertirse en un trastorno”, explica el psicólogo clínico. En casos severos, agrega, el trastorno por acumulación puede producir demencia o bien el comienzo de una depresión endógena. “En el caso de la demencia el pronóstico es malo porque va en aumento y pueden terminar en lo que se denomina gatismo”, precisa.

Categorías: Psicología