La adicción al juego patológico está asociada a problemas de ansiedad, dificultades de adaptación social y escasa tolerancia a la frustración.
Con dos personas fallecidas y cuatro heridas terminó la balacera con que el veterinario Osvaldo Campos Azócar puso fin a una semana de juego desmedido y luego de perder 18,5 millones de pesos en la ruleta del casino Monticello. Este hombre, que se suicidó tras estar varias horas parapetado en un baño del casino, respondía a una ludopatía, que según la Asociación Americana de Psiquiatras (APA) se encuadra dentro de los trastornos del control de impulso y se la describe como “una conducta de juego inadaptada, persistente y recurrente, que puede llegar a alterar la continuidad de la vida personal, familiar o profesional”.
Un estudio de la Universidad de Iowa determina que la ludopatía es un trastorno genético acompañado en muchos casos por cuadros de alcoholismo, drogadicción e incluso fobia social, reforzando con ello estudios anteriores que advertían sobre la existencia de bases fisiológicas en las ludopatías. Según los investigadores, lo que se hereda no es la afición al juego, sino que una impulsividad que puede llegar a ser autodestructiva.
En su informe, los investigadores alertan sobre la asociación que existe con el abuso de sustancias, lo que lleva a manifestaciones de conducta diversas y a veces combinadas. Otros datos científicos señalan que mientras más oportunidades de juego se ofrecen a la sociedad, mayor es la proporción de ludópatas. Y que si bien los hombres se inician en la ludopatía antes, son las mujeres las más compulsivas.
Perfil social
Respecto del perfil social de los ludópatas, “la mayoría son solteros, divorciados o viudos, debido a que su modelo de vida por lo general es inclinado a tomar riesgos, lo que implica una difícil convivencia”, señala la psicóloga Camila Rosales. La adición al juego provoca importantes alteraciones en la conducta que afectan el entorno social del jugador y su propia salud. En los ludópatas las apuestas estimulan “los sistemas cerebrales de recompensa al igual que lo hacen las drogas o el alcohol”, explica la psicóloga.
Claramente en nuestra sociedad el juego está siempre presente, así como la posibilidad de hacer dinero fácil sin mayor esfuerzo. Basta con ver en la televisión los anuncios y llamados a jugar en bingos, loterías y sorteos diversos. Si bien es el Estado quien regula los juegos de azar, es también el principal beneficiado con sus ganancias.
A todos nos gusta jugar, es normal y deseable hasta que se convierte en una adicción y en una enfermedad. Muchos ludópatas llegan a perder todo lo que tienen, dinero, propiedades, familia, trabajo, amigos; por su incontrolable dependencia del juego.
Hay distintos tipos de ludópatas, los que sienten placer por el simple hecho de jugar, otros que lo hacen para ganar dinero y aquellos que se califican de expertos en juegos de azar y se creen capaces de detectar los premios millonarios. La mayoría se excusa de su compulsión por el juego asegurando que los divierte, que los libera de las tensiones cotidianas y los hace soñar con un premio que les augure un futuro económico mucho mejor.
Investigación
En Chile, el 2,4% de los jugadores es patológico, según el primer estudio, realizado por la Universidad de Santiago y la Corporación de Juego Responsable, sobre el perfil de los usuarios de casinos, juegos de azar y tragamonedas.
El estudio, denominado “Conductas de juego y juego patológico”, realizado en la Región Metropolitana, consideró 1.032 encuestas entre hombres y mujeres mayores de 18 años. La investigación determinó que el 85,7% de los jugadores son de bajo riesgo y un 2,4% son ludópatas. Al analizar el grupo patológico, el 79,7% son mujeres; el 35.2% tiene entre 31 y 40 años y la mitad pertenece al nivel socioeconómico D.
Por lo general, los hombres prefieren los juegos de azar y casinos, en cambio las mujeres sienten una mayor atracción por las máquinas tragamonedas, hecho que aumenta el porcentaje de mujeres con patologías. “Las mujeres buscan desconectarse de sus emociones, especialmente las dueñas de casa que han dedicado su vida a criar a los hijos. Es una vía de escape y una forma de disfrutar y entretenerse”, indica la psicóloga.
La ludopatía tarda en ser detectada, porque raramente el jugador patológico lo reconoce. La mayoría oculta su enfermedad incluso a los más cercanos, se endeuda y vuelve a jugar para saldar sus deudas con una “buena racha”. Como cualquier adicto afirma que dejará el juego cuando quiera. En los ludópatas son habituales los problemas de adaptación, ansiedad y poca tolerancia a la frustración. En estos enfermos jugar se convierte en una obsesión y en un descontrol de impulsos, similar a la cleptomanía y la piromanía.
Síntomas
La Asociación Americana de Psiquiatría estableció una serie de síntomas que podrían darse en un ludópata, tales como cometer delitos para conseguir dinero para jugar, sentirse inquieto o irritable por jugar menos o dejar el juego, jugar para escapar de los problemas, apostar más para recuperar pérdidas previas, perder trabajo, estudios o una relación debido al juego; necesidad de pedir dinero prestado para tapar las pérdidas, apostar cada vez mayores cantidades de dinero y pasar mucho tiempo pensando en el juego.
La mayoría de los jugadores patológicos no pide ayuda, es la familia la que busca una solución. Primero, se debe hacer un diagnóstico para determinar si se trata de un abuso, una dependencia o ludopatía. En el caso del ludópata se busca que aprenda a vivir sin el juego o se intenta construir una relación que lo lleve a tener un juego responsable.
Tratamiento
La dependencia psicológica y/o biológica del jugador patológico afecta la calidad de vida del individuo y en especial a su familia, que es la que finalmente busca ayuda.
¿Qué hacer ante una ludopatía?
Las familias de los ludópatas pueden solicitar que les impidan el ingreso a casinos o lugares de juego, acudir a profesionales especializados y a asociaciones de autoayuda. La ludopatía rara vez tiene una sola causa o circunstancia, por lo que requiere la intervención de psicólogos para diseñar un tratamiento adecuado. La impulsividad asociada al ludópata necesitará de una reestructuración de la personalidad, que le permita afrontar situaciones difíciles, tolerar la frustración y aprender a fijarse límites. Como cualquier otra adicción se debe intervenir el entorno familiar y social, la familia debe asumir que la ludopatía es una enfermedad y acompañar al enfermo en el tratamiento. Hacer una labor de prevención entre los niños de la familia, que deben saber que en los juegos de azar siempre se termina perdiendo.