Hepatitis C: Metodología engorrosa enreda diagnóstico
Se estima que hay 50 mil chilenos infectados con el virus de la Hepatitis C (VHC), “solo en este hospital se ha diagnosticado entre 5 mil y 7 mil. Hay 40 mil que andan dando vuelta por ahí sin saber que tienen el virus. Sabemos cuántos son, pero no sabemos dónde están”, asegura Mauricio Venegas, bioquímico del Hospital Clínico de la Universidad de Chile. (HCUCh)
Venegas dice que todas las campañas para detectar infectados con VHC realizadas en la Universidad Católica, Clínica Dávila, la FUPAHEP, son iniciativas privadas y reconoce “echar de menos las campañas ministeriales, que a lo mejor tendrían mucho mayor empuje y se pondrían hacer con test rápidos, que son más baratos”.
El Laboratorio de Gastroenterología del HCUCh realizó una campaña en playas de La Serena, Pucón y Papudo, cuyos resultados aún no se publican. Se aplicaron 6 mil test rápidos y “logramos detectar seis Hepatitis C, lo interesante es que todos eran mayores de 50 años, que se pudieron haber contagiado por transfusiones, dentista y otras medidas que no tomaron. Hoy con todas las medidas sanitarias que hay en clínicas y hospitales el contagio es muy poco probable”.
Como centro de referencia nacional al Laboratorio de Gastroenterología del Hospital Clínico de la Universidad de Chile llegan muestras de Arica a Punta Arenas para ser diagnosticadas. Realizado el procedimiento, son enviadas al Instituto de Salud Pública (ISP), para su confirmación.
Procedimiento
El procedimiento parte con la aplicación del test de Elisa de tercera generación, que mide los anticuerpos del tipo IGG. Si el sujeto sale positivo, la confirmación diagnóstica se hace por biología molecular y eso básicamente, porque “de cien personas que se infectan con el VHC, 80 se quedan con el virus crónico y en 20 su sistema inmunológico es capaz de eliminar el virus”, explica el magíster en Bioquímica Clínica. El problema es que “de los cien sujetos, si los estudiamos en un año, cinco, diez o hasta 20 años, los cien tienen anticuerpos contra la Hepatitis C, por lo tanto, no podemos discriminar entre los 80 que están infectados y los 20 que no lo están, por eso la confirmación diagnóstica se hace por biología molecular”, agrega.
Los test rápidos no son tan sensibles, pero en un sujeto con el virus pueden llegar al 96% de sensibilidad, en cambio las técnicas de Elisa convencionales
tienen sobre el 99%. “Cuando a la persona le aparece el anticuerpo positivo puede recibir terapia. Elimina el virus, pero va a seguir siendo positivo y eso conlleva a varios problemas desde el punto de vista económico, porque las muestras de esa persona son enviadas nuevamente a confirmación al ISP, en circunstancias que ya se sabe que no tiene el virus y los anticuerpos seguirán positivos, lo que provoca un enredo diagnóstico”, señala Venegas.
Confirmación
El ISP tiene un protocolo de confirmación, que “no es el que se usa a nivel mundial, es más engorroso y lamentablemente arroja resultados que a veces son más difíciles de interpretar”, advierte el especialista. “Son informados de manera positiva en circunstancias que no lo son. Es una queja que anda dando vuelta. Nosotros tuvimos una reunión con la gente del ISP y quedamos en que ellos iban a separar la metodología. Dejar exámenes serológicos y exámenes moleculares para que el médico pudiera interpretarlos. Sin embargo, aún aparecen informes como positivos”, explica.
Para evitar que esto ocurra, “la solución es educación, pero con el sistema público. Decir ¿qué hacemos?, ¿cómo nos ahorramos recursos? En Estados Unidos y Europa se usa el algoritmo: anticuerpo, antivirus C directo a RNA, buscar el genoma. Si a mí me confirman el anticuerpo, igual necesito saber si tengo el virus. El anticuerpo no es protector, pero sí es acusete de que alguna vez tuve contacto con el virus”, señala el bioquímico.
También, “se debe considerar que en los hospitales públicos, sobre todo de provincia, no son hepatólogos los que ven la patología, algunos son médicos internistas, eventualmente generales. Ojalá fueran gastroenterólogos y dentro de ellos los hepatólogos son los menos y casi todos están en Santiago. Y eso es un inconveniente”, comenta.
Técnicas
Para detectar el RNA viral hay dos técnicas moleculares, una se llama PCR (reacción en cadena de la polimerasa) y la otra es TMA, que en Chile no existe. Los genotipos de Hepatitis C son siete, sin embargo, respecto de la terapia se habla de seis. Antiguamente el genotipo 1 es el que daba más problemas, hoy en día es el genotipo 3. El genotipo varió, porque “cambiaron las drogas, que aún se usan: peginterferón y ribavirina, que es la terapia que se daba antes de los antivirales de acción directa. El genotipo más duro de tratar es el 1A y el 1B. Hoy con los antivirales de acción directa, que están entrando con mucha fuerza, el 3 A es el más difícil. Ahora, igual todas las terapias superan el 90% a 95% de éxito”, explica.
El VHC es el único virus que tiene tratamiento y cura. Se sospecha que alguien pudiera tener Hepatitis C cuando aparecen las transaminasas pirúvicas elevadas, sin que uno tenga ese color amarillo, también si hay cansancio y fatiga sin mucho esfuerzo. “Normalmente en la Hepatitis C el perfil es poco alterado, no son niveles altísimos, no superan dos o tres veces el valor normal. Sin embargo, en las hepatitis A y B agudas los niveles superan diez y veinte veces el valor normal”, precisa Venegas.
El nivel de contagio del VHC es muy bajo. “Hay una regla, que los infectólogos acuñaron, la regla 0,3- 3-30. Si uno se pincha una aguja con lumen, la probabilidad que tenga alguno de estos virus es VIH 0,3%, Hepatitis C 3% y Hepatitis B 30%. El nivel de infectividad es bajo, porque es un virus muy lábil, que se degrada fácilmente en la temperatura ambiente, hecho que también interfiere con los exámenes moleculares, que requieren de muestras en óptimas condiciones para hacer un buen diagnóstico”, explica el especialista.
El virus de la Hepatitis C es un agente infeccioso microscópico, invisible, pero que está en el cuerpo de aproximadamente el 3% de la población mundial. Sus principales consecuencias son la cirrosis hepática y el carcinoma hepato-celular, dos enfermedades con altas tasas de mortalidad.