¿Existe asociación entre el consumo crónico de antiácidos y el desarrollo de enfermedades graves?

¿Existe asociación entre el consumo crónico de antiácidos y el desarrollo de enfermedades graves?

Por Revista In vitro

La Sociedad Chilena de Gastroenterología aclara que no existen estudios concluyentes que asocien el consumo crónico de antiácidos y el desarrollo de enfermedades graves

  • En los últimos años se han publicado algunos estudios observacionales que advierten cierta relación entre el consumo crónico de antiácidos y el desarrollo de enfermedades como cánceres digestivos, anemia, demencia, osteoporosis y fracturas, diarrea, infecciones intestinales y pulmonares, cardiopatías y otros más; no obstante, ninguno de ellos es concluyente para alarmar acerca de su administración.
  • Opuestamente, existe amplia evidencia científica sobre los efectos terapéuticos beneficiosos de los inhibidores de bomba de protones en hemorragias digestivas, úlceras pépticas, reflujo gastroesofágico, dispepsia funcional, incluso en la prevención de algunos cánceres esofágicos.
  • Los especialistas llaman a la población general a evitar el consumo indiscriminado y autoindicado de estos medicamentos y a consultar en caso de molestias digestivas recurrentes. Su uso bajo supervisión médica, tiene un beneficio clínico siempre mayor a sus potenciales efectos colaterales.

La SChGE llama a la población general a evitar el uso indiscriminado de estos medicamentos y a consultar médico en caso de molestias digestivas recurrentes.

Si bien es cierto que los medicamentos inhibidores de bomba de protones (IBP) son muy consumidos en Chile y en el mundo, y que en el último tiempo se han publicado estudios que asocian el uso de estos medicamentos con algunos efectos adversos; la Sociedad Chilena de Gastroenterología (SChGE) aclara que dichos estudios son eminentemente observacionales y por tanto no es correcto establecer una relación de causalidad entre el medicamento y el efecto adverso en cuestión, sea éste demencia, cánceres, enfermedades cardiovasculares y osteoporosis, u otros.

Los Inhibidores de Bomba de Protones (IBP) son potentes bloqueadores de la secreción de ácido gástrico, a través de su unión covalente con la bomba H+/K+ ATPasa de las células gástricas parietales. El primero de estos medicamentos aprobado por la FDA, y que inició su comercialización en el mundo, fue el Omeprazol (1988), y desde allí otros derivados (benzoimidazólicos) se han incorporado al arsenal terapéutico con similares resultados, incluyendo el Lansoprazol, Rabeprazol, Pantoprazol y el Esomeprazol, entre otros. Se trata de medicamentos en general muy eficaces y de un buen perfil de seguridad, y que han sido usados por 3 décadas en el tratamiento de enfermedades gastroesofágicas, en particular en el tratamiento de enfermedades frecuentes como el reflujo gastroesofágico y las úlceras gastroduodenales, con excelentes resultados terapéuticos.

Para el Dr. Rodrigo Zapata, Past President de la SChGE, uno de los aspectos más relevantes es la correcta indicación de los IBP y en la dosis necesaria para cada indicación. Añade que: “Lamentablemente en la mayoría de los países son medicamentos de venta libre sin receta (como eran antes también los antibióticos), lo cual conlleva que muchas personas con molestias digestivas variadas (acidez, dolor abdominal, distención, uso asociado de otros medicamentos que pueden producir molestias digestivas y otras) consuman IBP sin indicación médica, y con el potencial riesgo de “ocultar” algunas molestias que reflejan otras enfermedades que debiesen ser adecuadamente diagnosticadas”. El especialista asegura que el abuso de estos fármacos es preocupante y existe una alta desinformación referente a éstos. Al igual que los antibióticos y otros fármacos, el uso de los IBP debe ser indicado por un médico, que conozca al paciente y sus molestias, y lo haya estudiado adecuadamente, muchas veces con exámenes complementarios y de endoscopía, pues de lo contrario, no hay beneficio clínico alguno, e incluso, se corre el riesgo de potenciales efectos adversos propios de cualquier medicamento (Vaezi MF, et al. Gastroenterology 2017).

Por su parte, el Dr. Felipe Moscoso, gastroenterólogo miembro de la SChGE, señala que el perfil de pacientes que suele consumir a permanencia este tipo de medicamentos corresponde a adultos con ciertos malestares digestivos crónicos como el reflujo gastroesofágico y la dispepsia. El especialista afirma que también es frecuente de observar en adultos mayores que usan muchos medicamentos, situación que no siempre está claramente justificada.

“La información sobre el riesgo a largo plazo de los IBP no es muy certera debido al tipo de estudios científicos que se han desarrollado para buscar esta información. Así, se han descrito asociaciones a cánceres digestivos, anemia, demencia, osteoporosis y fracturas, diarrea, infecciones intestinales y pulmonares, cardiopatías y otros más. La frecuencia descrita para estos efectos es de todas maneras baja, no obstante debe considerarse que se desconoce si esta asociación es realmente de causalidad, o se debe a otros factores asociados”, precisa el Dr. Moscoso.

Existen amplia evidencia científica sobre los efectos terapéuticos beneficiosos de los IBP en diversos escenarios, como hemorragias digestivas, úlceras pépticas, reflujo gastroesofágico y complicaciones asociadas, dispepsia funcional, en el tratamiento asociado con antibióticos de la infección por Helicobacter pylori, e incluso en la prevención de algunos cánceres esofágicos.

Últimas alertas sobre el uso prolongado de IBP

La FDA y la EMA (European Medicines Agency) son entidades descentralizadas que han estado a cargo de regular y evaluar más del 90% de las solicitudes de autorización de comercialización de nuevos medicamentos el mundo y su posterior supervisión, en particular de sus posibles efectos adversos. Los IBP han sido ampliamente aprobados por todas las instancias de estas entidades reguladoras, pero con indicaciones médicas precisas. Las principales alertas (Warnings) por estas entidades se relacionan con el uso prolongado de IBP y en dosis mayores a lo necesario, incluyendo un riesgo potencial mayor de osteoporosis y fracturas óseas (por menor absorción de calcio), hipomagnesemia, déficit de fierro y vitamina B 12, diarreas asociadas a Clostridium difficile, enfermedad renal crónica, entre otras; y sus potenciales interacciones con otros medicamentos como anticoagulantes específicos.

Para el Past President de la SChGE, Dr. Rodrigo Zapata, “Los IBP son drogas en general seguras, cuyo uso bajo supervisión médica tiene un beneficio clínico siempre mayor a sus potenciales riesgos. Algunos efectos colaterales como la demencia que aparece relacionada al uso prolongado de IBP en algunos estudios, han sido descartados por otros estudios más recientes en forma de metaanálisis, o análisis de varios estudios (Min Li, et al. Medicine 2019); sin embargo, es preciso ser cautelosos y esperar nuevos estudios en los próximos años”.

Respecto a la seguridad de los IBP, la OMS publica regularmente el Listado de Medicamentos Esenciales (EML) que contiene los fármacos considerados dentro de los más efectivos y seguros para suplir las necesidades de los Sistemas de Salud de países desarrollados y subdesarrollados. La versión número 21 (año 2019) incluye, y desde hace muchos años a los IBP, bajo el enunciado de Medicamentos Gastrointestinales, junto a otros más de 500 medicamentos esenciales para cada país.

La SChGE llama a la población general a evitar el uso indiscriminado de estos medicamentos y a consultar médico en caso de molestias digestivas recurrentes.

De la redacción del equipo editorial de revistainvitro.cl

Categorías: Sociedad médica