Ernesto Ottone, ministro presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes: “Cultura es compartir ideas y dialogar”

Ernesto Ottone, ministro presidente del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes: “Cultura es compartir ideas y dialogar”

Antes de su nombramiento era el Director del Centro de Extensión Artística y Cultural de la Universidad de Chile. También fue Director Ejecutivo del Museo de la Solidaridad Salvador Allende y creador y director ejecutivo del Centro Matucana 100 y Corporación Cultural Matucana 100. Como gestor ha trabajado en el Centro Cultural Mapocho, en La Grande Halle de la Villette de Francia, en el Teatro Nacional Chileno y en el Kulturbrauerei de Alemania.  Su gestión como secretario de Estado se ha focalizado en diseñar estrategias para relevar identidades y proyectos culturales que nacen desde las comunidades, con el aporte de todos los involucrados. Por lo mismo, los distintos agentes de cada uno de los campos culturales participan activamente de la reflexión y de las propuestas. Aún es un ministro sin ministerio, pero tiene plena confianza que este año, antes del término del mandato de la Presidenta Bachelet, habrá ley de la República.

Posee una vasta trayectoria en el ámbito cultural. No por nada fue condecorado por el gobierno francés con el título “Caballero de las Artes y las Letras”. Es licenciado en Artes, actor y Master en Gestión y Políticas Culturales París IX.

¿Cuál es el sello que ha caracterizado su gestión desde que asumió en mayo de 2015?

Vengo del mundo de la cultura, pero de la gestión e ingresé cuando el gobierno llevaba un año y dos meses. Lo que me pidió la Presidenta es poder estructurar toda la agenda legislativa en la creación de un Ministerio que -ahora- está en la última fase en el Senado, y transformar esta institucionalidad, enfocada en los creadores y artistas, en un organismo orientado en la ciudadanía cultural, sin dejar de lado todo el trabajo que hacemos con y para los creadores. Que se entienda que este es un ministerio sectorial, que abarca el ámbito de la cultura en el sentido más amplio de la palabra y no sólo restringido a la creación artística. Y en ello hemos estado abocado. Así, creamos el departamento Pueblos Originarios luego de una exitosa consulta indígena; el departamento de Educación Artística, que claramente es uno de los puntos que más nos interesa incluir dentro de la reforma educacional. Creamos el área Gastronomía, que no existía y hoy se entiende como parte intrínseca de nuestro quehacer. También se estructuraron los coloquios en torno al patrimonio para dar insumos a una futura Ley de Patrimonio, que abarcara fomento y patrimonio. Hoy está en manos de Educación y lo que hemos hecho es adelantar pasos para poder formular una nueva política, ya que la actual data de 1929.

¿Qué ha tratado de transmitir con estas iniciativas?

Tres cosas. Primero, cuando se recorre el territorio chileno, y lo he recorrido 2 o 3 veces, es importante la descentralización territorial. La gran crítica que se escucha en políticas públicas es en torno a que este país es muy centralista con respecto a Santiago, y me quedó en evidencia que esa misma concentración se vuelve a replicar en cada una de las regiones con las capitales regionales. Hemos tratado de hacer en todos nuestros programas y departamentos una mirada transversal de la descentralización del país que es donde, por lo demás, está la riqueza. Lo segundo tuvo que ver con, tal como hicimos con los pueblos originarios, meternos en ciertos temas que son transversales y que no estaban siendo abordados desde el Consejo Nacional de la Cultura, como son los temas de género, derechos humanos y memoria e inclusión de discapacidades. Además, nos involucramos en dos temas que para mí son fundamentales: primera infancia y tercera edad, grupos etarios que no estaban siendo abordados desde el Consejo Nacional de la Cultura, porque había otras instituciones públicas que se dedican a ello. Nos dimos cuenta de que desde el ámbito nuestro hay un campo por explorar que, en la práctica, lo hacen los municipios, pero claramente tampoco había equidad de distribución territorial. Y lo tercero, era visibilizar algo que no estaba claro y es que cuando nace el Consejo el 2003, el 70% de los recursos se iba a fondos concursables. Hoy sólo es el 19%, y todo lo demás son políticas, planes y programas públicos. Es decir, nuestra acción está en diseñar estrategias para poder relevar identidades y proyectos culturales, que nacen desde las comunidades. Y ese es un cambio radical.

Cuando asumió como ministro, una de sus tareas era recomponer las relaciones con el mundo artístico, que se habían complicado durante la gestión de su antecesora. ¿Logró restaurar dichas relaciones? 

No diría que estaban… dependía de los sectores, había ciertos sectores que estaban muy conformes con las administraciones anteriores. Lo más difícil,  es el tema de relación interna, de funcionarios. Eso se recompuso, tengo muy buenas relaciones con la Asociación de Funcionarios y con el ámbito de las disciplinas artísticas, eso no depende mucho de los ministros. Lo que sí hemos hecho y que ha sido muy constructivo es que había ciertas políticas que terminaron su ciclo el 2016 y que no se habían replanteado y otras que nunca se hicieron. Actualmente, tenemos políticas públicas en el campo audiovisual, del Libro y de la Música. Ahora, en  agosto, terminamos las de Artes Escénicas, Artes Visuales y Artesanía, y se iniciaron las de Diseño y Arquitectura.

PARTICIPACIÓN

¿Y esto en qué se traduce?

Significa que hacemos encuentros en cada una de las regiones, para levantar -con un ámbito muy amplio de campos culturales- un texto, una guía o ruta y trazar políticas de Estado, que permanezcan más allá del gobierno. Esto es muy importante, porque por ley tenemos tres consejos sectoriales donde hay representantes de la sociedad civil, que son el audiovisual, el libro y la música, pero las otras disciplinas artísticas no la tienen. Lo que hice por oficio fue crear en cada una de las otras áreas artísticas, que son 11, incluyendo gastronomía, un comité de expertos que en algunos casos existían y en otros no. Ahora se formalizó. Todos tienen entre 11 y 18 miembros, que se juntan cada cierto tiempo y que ayudan a tomar las decisiones para el desarrollo de un campo. Otra cosa que cambiamos es el concepto de campo. Nos hacemos cargo desde la formación hasta la creación y llegada a audiencia de un público y eso ha alimentado mucho la participación. Por ejemplo, en el de la música participaron más de 600 personalidades de ese ámbito de todo el país; en el audiovisual, más de 700. Por primera vez, tenemos a los distintos agentes de cada uno de estos campos culturales participando activamente de la reflexión y de las propuestas. Ya no es sólo basarse en los diagnósticos y salir a gritar. Es construirlo con nosotros y eso es un cambio bastante grande. Cultura es compartir ideas, dialogar y no imponer una visión sobre otra, y eso ha permitido tener bastante tranquilidad con el campo artístico, porque ha habido entendimiento. Hicimos el esfuerzo por incorporarlos en la discusión y no imponer puntos de vista que no deberíamos hacer en general y particularmente en el ámbito de la cultura.

¿Y este compartir y dialogar ha servido también para mejorar la administración de los centros culturales del país y darles mayor visibilidad y difusión?

En el primer gobierno de la presidenta Bachelet el gran desafío fue la construcción de infraestructura cultural. Ahora, esa política -que hoy tiene 52 centros, de los cuales ya hemos inaugurado 46- ha cumplido el objetivo de la infraestructura. Un espacio sin alma y sin contenido no existe y el esfuerzo que se ha hecho desde Ciudadanía, que es otro gran departamento a través del programa Red Cultura, es justamente de qué modo no sólo le damos vida, sino que capacitamos a los encargados de esos espacios y se obliga a los municipios a destinar el 2% de su presupuesto a cultura, a contratar personas idóneas a cargo de esos espacios y a tener una red activa. Actualmente, la focalización de infraestructura está concentrada en comunas de menos de 50 mil habitantes, que son la gran mayoría de las comunas de Chile y que no cuentan con centros culturales, Casa de la Cultura ni con teatros. Son 123 comunas, que no cuentan con ninguna de esas infraestructuras, sean públicas o privadas.

¿Esta carencia es por falta de interés de los municipios?

Más que interés, no han tenido recursos. Los municipios están desbordados, porque su interés son salud, educación, vivienda y seguridad. Y cultura está al final de todo y por mucho que algunos alcaldes sean muy proclives no tienen los recursos. Muchos de ellos tienen la infraestructura, pero no tienen las personas idóneas para saber a dónde recurrir, a qué fondo. Por ejemplo, en Isla de Pascua tienen una escuela maravillosa de música y artes, pero no cuentan con un teatro cerrado para sus presentaciones. No tienen la segunda etapa que -a nosotros nos interesa mucho- de la revitalización de la lengua Rapa Nui. Ahora en junio, vamos a colocar la primera piedra del teatro y de un centro lector y, en el segundo semestre, se iniciaría la segunda fase de la escuela de música.

CREATIVIDAD

¿De qué forma se ha fomentado la inserción de las diversas expresiones de la cultura chilena en el ámbito internacional, para que sea considerada como una valiosa herramienta de política exterior?

Allí se produce una dualidad que es medio compleja, porque si bien por ley estamos a cargo del desarrollo de los creadores chilenos hacia el exterior y de los chilenos radicados en el extranjero hacia Chile, históricamente ha estado bajo el Ministerio de Relaciones Exteriores.  Es más. No puedo suscribir ningún acuerdo internacional sin que esté la Direcon (Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales). Había un tipo de disputa, sobre todo porque los recursos de la Dirac, Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores, pasan por nosotros para su acción cultural en el mundo. Lo que logramos hacer en conjunto con el ministro Heraldo Muñoz fue llegar a una agenda común de imagen país que queremos externalizar. Lo hemos hecho con ProChile, con Imagen Chile que es una fundación privada al alero del Estado, con Corfo, y hoy en día es una sola agenda, donde cada institución tiene capacidades para financiar distintas etapas de un proyecto. Antes la Dirac tomaba decisiones sin mirar lo que hacía el Consejo y nosotros sin mirar lo que hacía la Dirac, Corfo ni ProChile. Hoy día todos nos miramos y cuando están los concursos vamos viendo cómo apoyamos, no lo mismo, sino en distintas etapas cosas que son importantes para Chile. Nosotros tenemos dos programas en el área internacional que son Chile en el Mundo y Chile Celebra en el Mundo, que este año está focalizado en un 99% en Violeta Parra. Hoy toda la imagen que estamos desplegando en cultura tiene su inspiración. Este año vamos a estar por primera vez como país invitado de honor en la Bienal de Artesanía en París. Hemos tenido una presencia muy fuerte en los últimos años con muchos reconocimientos y premios en el cine, en artesanía, en diseño y ahora en gastronomía. Y eso tiene que ver con esfuerzo y coordinación.

Tenemos un fenómeno extraordinario que tiene que ver con la exportación de servicios del área creativa y ahí entran dos socios que nunca habían participado: Hacienda y Economía. Uno de los desafíos de la Presidenta fue que el Plan Nacional de Economías Creativas que, en la gran mayoría de los países lo lleva Economía, lo llevara Cultura y soy yo quien lo preside. Y tiene lógica. Cuando me ha tocado ir en delegaciones al extranjero, en todos los discursos, cuando se habla de Chile, tanto nosotros como los presidentes de otros países, hacemos mención a nuestros creadores, y no solamente Pablo Neruda y Gabriela Mistral que son los más emblemáticos. Hablan de Matta, de Arrau, de la Violeta, hoy están hablando de Alejandro Aravena con el premio Pritzker de Arquitectura, la Historia de un Oso está en todos lados. Es muy impresionante ver que Chile, además de sus futbolistas, de su vino, de su fruta, ahora está siendo reconocido como un exportador de servicios creativos, y eso hace un cambio radical, porque significa -según los últimos estudios que hicimos- que hoy representamos 2,2% del PIB siendo que hace 10 años era 1,6%.

Es decir que las economías creativas han tenido un buen impacto en el desarrollo cultural del país

Absolutamente, y estamos aún por debajo de lo que ha sido en América Latina. Un ejemplo, Perú, hoy exporta servicios en torno a la  gastronomía por 3,7%. Se demoraron 20 años, pero ha sido sostenido pese a los cambios de gobierno y de coaliciones. Hay una visión común que es parte del desarrollo, siempre y cuando se entienda que no es sólo desarrollo económico sino desarrollo humano, que transforma ese producto en económico.  Lo que estamos vendiendo finalmente es puro ingenio y lo que tenemos que hacer es no regalar ese ingenio para que otros lo transformen sino ver cómo lo transformamos desde Chile. Hoy el reconocimiento a nuestros artesanos es enorme, porque tenemos una versatilidad y una variedad de materiales que no tiene ningún otro país en el mundo, lo mismo con productos para la gastronomía.

No por nada diversos expertos han dicho que la creatividad humana es el mayor recurso económico de un país

No me cabe ninguna duda y siempre lo he tenido claro. Lo que ahora estamos tratando es que un sector de la sociedad, que son los que generalmente toman decisiones en el ámbito económico, lo vean con los mismos ojos. Y ese ha sido un desafío que se va a visibilizar en el primer encuentro de Icare en torno a economías creativas y desarrollo que lo llevamos un año trabajando con empresarios. Llevaremos experiencias a nivel nacional como con visión internacional, dos mundos que normalmente no cohabitan en forma natural. El que ha mantenido el desarrollo cultural, aparte del ingenio natural de cada creador, han sido recursos públicos. De las 42 películas nacionales que se estrenan hoy, el 90% tiene financiamiento público. Si eso no existiera, desde el sector privado no tendríamos cine. Estarían las 2 o 3 películas que se producían hace 15 años y pasa lo mismo en todas las disciplinas.

Respecto del GAM, ¿cómo evalúa la gestión que ha realizado su director ejecutivo Felipe Mella y el avance de la segunda etapa del Centro Cultural Gabriela Mistral?

El avance no tiene que ver con la gestión misma de Felipe. Eso es de la dirección de Arquitectura del MOP. Nosotros hemos hecho todo lo posible para que siga avanzando y tenemos fecha de inauguración el segundo semestre de este año. Respecto de Felipe, y aunque no dependa de mí, porque son corporaciones privadas sin fines de lucro en donde lo que yo tengo -en el caso del GAM- es el presidente, porque yo lo nombro y que es Ramón López, que además estuvo en el proyecto de la UNCTAD y en la primera etapa, ha hecho un gran esfuerzo. Hoy día están más presentes los creadores de regiones y eso tiene que ver con la lógica de política pública, que fue el objetivo que se planteó cuando se decide volver a crear. Digo volver a crear, porque de la UNCTAD pasó a llamarse Centro Regional Gabriela Mistral y después Diego Portales, y ahora vuelve a tomar ese nombre. Uno de los objetivos después del incendio era que tuviera una vocación nacional para poder albergar también la presencia de ciertas disciplinas, que no lograban llegar a espacios masivos en Santiago. Ha habido un esfuerzo grande en ese sentido y también conciencia de la necesidad muy fuerte de buscar recursos en el sector privado, cosa que todos los directores de espacio lo tienen claro, porque con los recursos que entrega el Estado, para todos los objetivos que se han trazado, no alcanza.

¿Cómo valora que la torre que por años ocupó el Ministerio de Defensa en el edificio Diego Portales vuelva a la ciudadanía y recupere su vocación popular?

Ese era el desafío. Nosotros lo hablamos con la ministra de Bienes Nacionales -ese edificio es de ellos y estaba dado en comodato a Defensa- y se tomó la decisión de que fuera la Torre de la Ciudadanía. Actualmente, se está haciendo un proyecto de remodelación muy caro, porque es un edificio que no cumple con las normas actuales. Por ejemplo, no hay escaleras de emergencia para bajar desde los últimos pisos. Hoy estamos viendo con Nivia (Palma) de qué modo se le entrega a ciertas agrupaciones e instituciones, que no tienen espacio o es muy deficitario para que puedan convivir en este mismo tema del diálogo, hoy teniendo al GAM donde pasan cosas extraordinarias que no tienen que ver con lo que sucede en las salas. Si usted va a cualquier hora,  está lleno de chicos bailando, haciendo malabarismo, hip hop. Se produjo allí un diálogo natural por parte de las nuevas generaciones y eso queremos llevarlo también a la asociatividad de distintos organismos que se dedican a la memoria, al archivo, al fomento, a la creación. Hoy Bienes Nacionales está viendo un listado grande de instituciones que la verdad será un placer ir a ese edificio. Yo siempre trato de imaginarme los proyectos futuros y cuando cierro mis ojos imagino a mis hijas de 6 y 9 años, que en 5 o 7 años más serán adolescentes y usuarios de ese espacio. Ese es el Chile que queremos construir, me gusta y me hace sentir que eso es lo que quiero contribuir a que se produzca.

RESPONSABILIDAD

En otro tema, ¿en qué medida la Política Nacional de la Lectura y el libro impulsado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes ha revertido la cifra que habla que el 60% de los chilenos carece de hábitos lectores?

Cuando se estableció el Plan Nacional de la Lectura, descubrimos que había dos temas que abordar. El primero, el fomento lector, es decir cómo logramos que esa cifra que cuando miramos el contexto latinoamericano no es mala, pero no quiere decir que estemos bien y cuando lo vemos con los países del OCDE estamos muy por debajo. Pero apareció un segundo problema que no estaba focalizado, que era la comprensión lectora, cifra que la entregan los estudios de educación. Si nosotros, no logramos que esos dos temas se conviertan en uno, no sirve de nada que la gente lea más si no entiende lo que lee. Lo que necesitamos es una sociedad más despierta, que pueda reflexionar y dialogar, y para ello hay que entender lo que uno lee. Y ahí el desafío es bastante grande. En el Plan Nacional de Lectura me toca coordinar 15 instituciones del Estado. Son 7 mesas privadas-mixtas que están trabajando con representación de la sociedad civil, con editores, bibliotecarios, los dueños de librerías, todo el espectro del campo del libro, y entre las medidas nos hemos trazado objetivos que abarcan 5 o 6 años. No hemos visto que haya mejorado de un año a otro, pero hay una conciencia más grande. Este año comenzamos la campaña  “Aquí se lee”, donde cualquier espacio puede ser utilizado para leer. Empezamos a ver fotos de los años 60-70 de una esquina y había gente leyendo. Hoy en esa misma foto, no hay nadie. O si se saca una foto en el Metro, no hay nadie leyendo, siendo que son los momentos muertos que tenemos que podrían ser aprovechados para eso. Entonces ahí hay un cambio cultural que tenemos que volver a producir y la única forma es con las generaciones más jóvenes. Eso no es responsabilidad sólo de la educación formal, sino que es una responsabilidad compartida entre la educación formal y los hogares. Las sociedades que hoy tienen cifras alentadoras son las que han logrado transformar en hábitos. Y eso es en la primera infancia. Entre más tarde se logra tener esos hábitos,  más difícil es, porque las distracciones son mayores. Lo que se ha reforzado y no ha parado es toda la inversión que se ha hecho en las bibliotecas públicas, porque el rol del Estado es que haya más lectores y no que la gente compre más libros. Obviamente que quisiéramos que compren más libros, pero para ello hay que tener un mercado atractivo al que le interese leer libros. Debemos ampliar ese horizonte y eso se hace a través del objeto de leer y no del objeto de comprar libros. Por lo tanto, nuestra focalización principal ha estado en el acceso al libro. En 4 meses la Biblioteca Nacional lanzó la biblioteca digital con más de 240 mil títulos y subió un 700% la gente inscrita. Por lo mismo, tampoco hay que cerrarse a que existan nuevas plataformas que nos puedan ayudar en la importancia de leer, cuando hoy en día los chicos son digitales y eso hay que asumirlo.

Con los niños más chicos hemos desarrollado todo lo que tiene que ver con la mediación a la lectura, que son los cuentacuentos, los lambe lambe, los susurradores, narradores orales, y esto lo trabajamos en jardines infantiles, educación básica, en los centros culturales en las bibliotecas públicas a lo largo de todo Chile, los bibliometro, bibliolanchas, biblioburros, biblioferias. En todos los puntos lectores en los que se pueda hacer difusión de las bondades de la lectura, lo estamos haciendo con instituciones públicas y privadas.

Respecto a la modificación de la Ley del Libro ¿cuáles son los principales cambios que se han propuesto?

No tenemos modificación de la Ley del libro

Tengo entendido que existe un anteproyecto en esa línea

Hay muchos anteproyectos. No hay ninguno que esté en agenda y no hay ninguno que haya ingresado al Parlamento en este periodo. Y no está pensado.

¿En qué fase está en el Senado el proyecto de ley que crea el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio?

Está en particular en la Comisión de Educación y Cultura, porque ya se aprobó en general. Estamos a 3 o 4 sesiones para que pase a la Comisión de Hacienda y hasta ahora hemos tenido unanimidad, después pasa a Sala para votación y luego a tercer trámite en la Cámara de Diputados y tendríamos ley de la Republica.

En enero cuando el Senado aprobó en general este proyecto de ley, los legisladores plantearon la mejora de algunos puntos: asegurar una mirada regional y descentralizada, tener claridad respecto del nombre del ministerio y que la sede sea Valparaíso, entre otros aspectos.

Hubo 223 indicaciones, de las cuales 82 son nuestras. El tema de Valparaíso nunca fue una indicación, porque en el proyecto de ley decía Valparaíso y así ingreso por parte del Ejecutivo. Sobre el nombre, nadie puso una indicación para cambiarlo. Hay muchos senadores que no les gusta, pero eso es otra cosa; y lo de la descentralización, más descentralizado no puede ser. Los funcionarios nuevos que se incorporan -260- son exclusivamente para las regiones, y se crean las Direcciones Regionales del patrimonio, que hoy no existen y las Seremías con una visión global entre fomento y patrimonio.

¿Confía en que la creación de este ministerio se concrete antes del término de este gobierno?

Estoy convencido, no tengo ninguna duda y durante este año.

¿Qué proyectos quedan por realizar el 2017?

La Ley de Artes Escénicas que ingresa ahora, antes de junio, a la Cámara de Diputados que crea una institucionalidad para teatro, danza y circo. El anteproyecto de Artesanía, en el que se está trabajando, y todos los insumos necesarios para la futura creación de una nueva Ley de Patrimonio. Una de las grandes críticas y diagnóstico, que siempre aparece, es la falta de cifras medibles. Este año estamos haciendo junto con la Universidad Católica y el INE la Cuarta Encuesta Nacional de Participación Cultural, que ya no es de  consulta sino de participación cultural; por primera vez será cuantitativo y cualitativo, para lo cual se estudiarán 23 casos, como mínimo uno por región; y  cuenta con la participación de muchos Premios Nacionales para su diseño. Esto nos dará una lectura del momento para tomar decisiones a futuro en torno a ciertos diagnósticos que ya están comprobados en hechos. Estará lista a fines de este año y participan 15 mil personas de todo el país.

 

 

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