Marco Antonio de la Parra: “No saber qué va a pasar es lo que rompe sueños”

Marco Antonio de la Parra: “No saber qué va a pasar es lo que rompe sueños”

Su territorio es el lenguaje. Psiquiatra, dramaturgo y ensayista ha publicado 80 obras teatrales y más de 30 libros entre narrativa y ensayos, donde ha recreado magistralmente la realidad de la sociedad chilena. Hoy, desde su diván como psiquiatra mira a Chile como un paciente en crisis, desconfiado y temeroso frente a un futuro incierto. Así queda de manifiesto en su último libro, recién publicado: Sueños Rotos, Monólogo de un Indignado, donde desmenuza con mediática agudeza a una sociedad fragmentada por ideas poco claras que le impiden proyectarse.

Reconoce la clara influencia de sus padres en cómo es hoy. De su padre, un médico dermatólogo, su interés por estudiar Medicina y de su madre la vena artística que lo llevó a desarrollarse como dramaturgo y ensayista.

¿Cómo era su padre?
Era un dermatólogo de tradición, quien como chiste siempre decía que la dermatología era la especialidad más superficial. Por él debo haber entrado a la medicina psicosomática, porque dirigía el Departamento de Psicodermatología, en el Hospital José Joaquín Aguirre. Él me transmitió una idea de la medicina con acento social, en la preocupación por los demás, siempre era muy llano con sus pacientes. Tengo un hermano dermatólogo, quien heredó la consulta, el puesto de mi padre, siguió su huella.

¿Qué heredó de su madre?
Mi madre estudió Bellas Artes, provenía de una familia de artistas visuales, cosa que ha heredado mi hija y una sobrina. También mi tío Edmundo de la Parra fue parte de los fundadores del Teatro Experimental de la Universidad de Chile, el año 41, quien me regaló muchos libros y me llevaba al teatro, entonces tenía una fuerte carga genética respecto de las artes, la literatura. Aprendí a leer prácticamente solo.

¿Qué recuerdos tiene del colegio?
Me pusieron a los 5 años en primero básico y lo pasé muy mal, porque siempre era el más chico en edad, con dos años de diferencia. No entendía nada del mundo, primero estuve en un colegio chiquitito cerca del JJ Aguirre y después en el Instituto Nacional, donde me costó sobrevivir al bullyng hasta que encontré mi gran plataforma que era la academia de teatro y letras, donde había otro trato. Yo tenía talentos y había chicas, una de ellas era Michelle Bachelet, quien después sería la Presidenta de Chile. Eran los 60, una época muy movida y yo escribía cuentos sobre todo, lo que más me interesaba era ser novelista del boom que estaba en su pleno. La Ciudad de los Perros se leía por gusto y no porque lo pidiera el profesor de castellano.

¿Siempre quiso estudiar Medicina?
Siempre, tenía una fuerte influencia de mi padre, además me gustaba mucho la medicina interna, todo el análisis clínico. Pensaba en la biotecnología, en todos los misterios, en los trabajos que había hecho en la secundaria y que leía en los libros de mi padre, lo pasaba muy bien con eso. Entonces, entré a Medicina y seguí galopando en las dos militancias.

¿Y qué pasó con la medicina interna?
Se transformó en la siguiente vía. En un momento entré en crisis real, por un lado fuertemente literario y teatral. A los 19 años estaba en tercer año de medicina y me gané el premio de cuentos de la Revista Paula. También empecé a hacer trabajos teatrales en la escuela que no cundieron hasta después del golpe militar. Cuando vienen los militares no había Centro de Estudiantes para recibir a los mechones y ahí nos tomamos esa tarea y escribimos entre varios una obra que todavía se sigue dando, que es El Quiebraespejos, que lleva más de 40 años en cartelera recibiendo a los mechones, solo que entonces duraba una hora quince y ahora dura dos horas veinte. Ha crecido con aportes de generaciones. Son recuerdos y cuando preguntan qué etapa de la juventud recuerdas feliz, para mí fue la Escuela de Medicina. Vivía con mucha actividad.

¿Cómo compatibilizaba los estudios de Medicina con la literatura y el teatro?
En las tardes estaba en la Escuela de Telecomunicaciones tomando cursos de teatro o en la vicerrectoría de la Universidad Católica asistiendo a los talleres de literatura. Hubo un momento en cuarto año de Medicina que surgió la que podría haber sido mi verdadera vocación solo que no se pudo dar: el cine. Yo quería ir a estudiar cine a Polonia. En la Escuela de Telecomunicación había cursos de cine con salida al extranjero, vino el golpe militar se robaron todo eso y se acabaron las dudas vocacionales. Me quedé escribiendo y pensando en que especialidad tomaba.

 

PSIQUIATRÍA

¿Por qué se decide por la Psiquiatría?

Psiquiatría me atraía porque era la más humanista dentro de las posibilidades que había en el mundo de la medicina. No tenía habilidades para los ramos quirúrgicos, me gustaba el diagnóstico y la clínica, eran los tiempos del profesor Roa, que veía la psiquiatría de un lado más humanista, hacía leer literatura más que el tratado clínico. Eso influyó en que me quedara en la Chile.

¿Y cuándo la orientación psicoanalítica?

Abrí una consulta privada y empezó lo psicoanalítico a darme vuelta a pesar de haber tenido una revolución clínica, biológica de orientación alemana. Por razones personales empiezo una búsqueda personal de desarrollo profesional, de orientación psicoanalítica. En los años 80 estrenamos La Secreta Obscenidad de cada día. Son años de cambios importantes, tiempo en el cual curiosamente trabajo un par de años como redactor publicitario.

Todo relacionado con el lenguaje y la cosa psicológica.

Todo tiene que ver con el lenguaje. Trabajé en publicidad, porque se pagaba bien en esos tiempos. Tuvo que ver con mi participación después en la campaña del No, cuando trabajé con José Manuel Salcedo, que dirigió la campaña del No. Cuando la agencia se separó fueron a buscarme a mi consulta para llevarme como redactor publicitario senior lo que significaba abandonar completamente la Medicina. Me di cuenta de que estaba pisando terrenos que se volvían más exigentes, dije que no, y me quedé.

¿Qué es lo que lo hace más feliz?

Cuando se trabaja con lenguaje, con creatividad. La hay cuando estoy en psicoterapia, la hay en la escritura y la hay cuando estoy trabajando en teatro. Me doy cuenta de que soy feliz y tengo habilidades. Tengo un brazo derecho que me ayuda, pero a la hora de la creación, desde lo publicitario hasta el psicoterapeuta, el movimiento me es más fácil, me muevo como pez en el agua. Mi territorio es el lenguaje.

 

CREATIVIDAD

Hablemos entonces de su parte observadora y opinante.

A estas alturas del naipe tengo escritas -un tesista español me sacó la cuenta- 80 obras de teatro. No me di cuenta, no me enteré en que momento las escribí. Y más de 30 libros entre narrativa y ensayos publicados.

Acaba de publicar una adaptación de Hamlet, ¿de qué se trata?

Es un Hamlet como de novela gráfica, tiene mucho que ver conmigo. Partió como para escribir novelas juveniles para mis hijos, me fue muy bien. Se trata de un Hamlet para niños de 8 a 10 años, que empiezan a meterse en el mundo de Shakespeare, la idea es seguir con unas cuatro obras, con un gran dibujante joven, Rodrigo López, con quien tuve la suerte de encontrarme para poder iniciar este proyecto.

Cuénteme sobre Los Sueños Rotos, Monólogo de un Indignado, su último ensayo. ¿Por qué tan indignado?

Tiene que ver con una crisis mundial del sistema político y económico. El tema del neoliberalismo pudo haber aportado y desarrollado riqueza en una serie de aspectos, advertidos por John Kenneth Galbraith en áreas como educación, salud y transportes, que iban a estar en crisis. Los sistemas de bienestar no han funcionado, tampoco los sistemas socialistas reales, el sistema liberal también tiene fisuras, se puede hacer mal uso y si no es regularizado viene el capitalismo salvaje, aparecen las malas prácticas y esto deteriora la confianza entre todos. La indignación tiene que ver con eso, lamentablemente no hay figuras en quien confiar. Ahora, la situación chilena es muy particular.

Nosotros hemos sido un experimento para el neoliberalismo.

No solo un experimento, el neoliberalismo fue el gran invento del régimen de Pinochet, en probarlo, reprobarlo, fracasó, volvió a triunfar, versiones corregidas, aumentadas hasta que logra instalarlo. Después se desarrolla con Margareth Thatcher, Ronald Reagan, y funciona en ciertos aspectos, pero deja brechas, donde lo dice Mujica “habría que ponerle riendas”. A la complejidad que estamos vivienda en Chile se agrega un fenómeno muy raro, se produce como una resurrección brutal de la tensión del golpe militar, o sea todo aquello que huela a dictadura militar es descalificado inmediatamente. Hay desconfianza de la democracia sin poder saber, en mi opinión, cómo se gestó, lo que costó y la cantidad de miedo que había.

Usted escribió una Carta Abierta a Pinochet.

Sí, en el año 97, cuando Pinochet estaba instalado como Senador Vitalicio. En esa situación escribo la Carta Abierta a Pinochet y de repente viene una especie de indignación, aterrado frente a lo que habría sido este maestro oscuro que nos mostró lo cruel que podíamos ser los chilenos con los chilenos. En ese sentido se ha vuelto a una mirada que pretende idealizar toda la época previa del golpe militar sin analizar claramente toda la crisis de la democracia de los 60 en adelante.

Es que la historia depende de quien la mire.

Yo cumplía los 21 años. Fue muy descontrolado, totalmente idealizado. A mí me tocó vivir ambos lados, porque mi padre era un socialista, que estaba muy lejos del lado armado. Mi padre en la UP sufría mucho, porque había votado por Allende, pero sentía que el país se estaba destrozando por esta línea absolutamente ciega. De hecho, hay una obra que dedico a mis padres, se llama “La UP”, donde está contado todo el momento del golpe con inspiración de lo que era mi cátedra, entre mi madre que era democratacristiana, y mi padre socialista.

Pero dejemos el gobierno militar, porque está demasiado lejos.

No lo creo, porque el gobierno militar ha vuelto a ser una excusa para otra vez generar una discusión entre pinochetistas y allendistas. Como que se desarticulan los debates y es un desastre.

 

NEOLIBERALISMO

Luego la Concertación fue bastante exitosa en lo económico.

Sí logra un desarrollo económico de este país y una modernización interesante del Estado, pero luego se produce el fenómeno particular del gobierno de Piñera, que administra todo el modelo de la Concertación a full. Piñera feliz esperando, probándose el poder de los dioses y la votación es totalmente en su contra incluso en el Parlamento. Se fue de un gobierno que había sido exitoso. Queda perplejo.

¿Será que el ADN de Chile es de izquierda?

Yo creo que el ADN es de una necesidad de equilibrar. No lo toco en el libro. El problema es que perdimos un partido poderoso de centro hace mucho tiempo. Estamos en un antagonismo con el duopolio. En una tensión que no se resuelve. Y que es muy cruel, porque adónde va a conducir. Ahora, tenemos un gobierno que hizo, como puse en el libro, una especie de reacción anafiláctica contra todo lo que oliera a Concertación, transición, dictadura, por lo tanto, decide refundar el país. Y cuando se instala cualquier refundación se produce un revoltijo.

¿De aquí nace la indignación?

Ahí está la indignación, la fragmentación. No saber qué va a pasar es lo que rompe sueños. Los sueños fragmentados. No puede instalarse, porque la realidad es compleja, ya sea de los sueños neoliberales que se encuentran con las limitaciones que eso tiene, de los sueños de una política justa, porque hay malas prácticas y hay problemas y situaciones vergonzosas. Además, con ideas poco claras como para poder proyectarse, para tener un sueño para emprender, innovar, seguir desarrollándose. Se pierde y da sentido al frenazo.

¿Cómo se manifiesta ese frenazo?

En la pérdida de confianza, no solo de los empresarios súper ricos, sino también de la Pymes, es difícil pensar en cualquier proyecto. No es solo culpar al sector más afortunado, también las Pymes, los microproyectos necesitan moverse. Esperando, como me dijeron por ahí, que este gobierno termine como una película mala. Lo que es muy triste.

Se han descubierto casos de corrupción, colusión y malas prácticas, antes sentíamos que éramos distintos. ¿Qué opina?

Yo creo que eso se destapó, no nos dimos cuenta que estaba sucediendo. Las corruptelas empezaron antes. Cuando este país comenzó a enriquecerse con el desarrollo del PIB y la modernización del Estado, de repente alguien metió la mano al bolsillo de modo inadecuado y eso se repitió. Esta cosa pilla, el winner chileno, el chiste eterno.

¿Y qué pasa ahora?

Se destaparon estas cosas y en este momento están frenadas por la actitud social de tolerancia cero frente a esto. No más, se acabó el juego con las corruptelas. Y todos los que participaron en esto quedaron tocados y marcados. Lo malo es que la esperanza y la confianza en los políticos, en la élite queda entre coludidos, enredos, pagados, negocios y delitos que como no están tipificados no sabemos si van a sufrir alguna sanción.

También se advierten algunos populismos, ¿qué piensa?

Los populismos se han dado vuelta siempre desde el Fra Fra. A Meo le cayó encima el avión. La figura que está atrayendo de manera populista es Guillier. Son figuras que empiezan a atraer sin tener peso político, porque lo político ha perdido credibilidad. Y Ossandón también tiene su discurso campechano.

 

REFUNDACIÓN

¿Qué va a pasar con el próximo gobierno?

A mí me preocupa mucho con qué se va a encontrar el próximo gobierno, sea de izquierda o derecha. Va a tener que desinflar muchas esperanzas y expectativas. Tendrá que ser muy racional y eso no es popular.

¿Y qué ocurrirá con las reformas, con la gratuidad en la educación?

Es tomar la reforma educacional por las patas. La reforma educacional debió empezar en la carrera docente para llegar a la gratuidad en cualquier momento. Ahora hace agua, porque no tiene fundamento, no tiene sustento. Es una situación muy complicada.

¿Y qué pasará con las AFP?

Con las AFP pasará lo mismo, yo creo que van a quedar en stand by. Hasta ahora nadie ha generado una alternativa. Volver a un sistema de reparto es absolutamente imposible. Este hombre, Luis Messina, se mueve como un populista, convocando con una propuesta de nada.

¿Y qué opina sobre la abstención?

Igual participan de la democracia directa, salen a la calle directamente a emplazar a la autoridad. Reclaman con la bolsa del mal en la mano. Es contradictorio, porque está en relación con el sistema neoliberal. La gran mayoría quisiera cambios, pero no quieren que le quiten lo ganado.

Los jóvenes actuales -los milllenials- son bien distintos.

Y son mucho más longevos. Vivimos un momento extremadamente interesante, con una revolución tecnológica monstruosa y que genera un cambio paradigmático y generacional muy fuerte. En la generación Z, que viene después, la relación con la tecnología está en su ADN. El futuro lo están inventando ellos. No es mucho lo que se puede predecir.

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